La pasta y la pizza son los referentes más famosos de la gastronomía italiana, pero un país rodeado del mar Mediterráneo es claramente más vasto y rico en comida que esas dos únicas opciones, ¡por eso te invitamos a conocer otros platillos italianos igual o más degustables!

Bolas de arancini

Un plato siciliano imprescindible que es perfecto para disfrutar cuando sales a pasear: arancini. Estas son bolas de arroz con salsa de carne, guisantes y queso que se empanan y luego se fríen. Sabroso y apetitoso, cada bocado es un verdadero placer.

Focaccia

Una humilde mezcla de harina, agua, levadura y sal, con el toque final del aceite de oliva: estos son los ingredientes que han decretado el éxito de la focaccia, un alimento que se originó en Liguria pero que ha conquistado Italia y el mundo con su infinidad de variaciones.

Una preparación milenaria que debe seguir sus trucos: la calidad de la harina y el aceite, la habilidad manual de quienes preparan y manipulan la masa, y un horno muy caliente.

Tortelli y Ravioli

La familia de pasta rellena en Italia es realmente muy grande. De norte a sur, casi todas las regiones tienen su propia preparación. Y muchos son bien conocidos, como los “tortellini” de Emilia, hechos de carne de cerdo con jamón y mortadela, para comer en caldo de carne, y los “tortelli” secos, con una forma rectangular más grande, rellenos de hierbas, calabaza o papas y servidos con mantequilla y queso.

Polenta

Sus orígenes se remontan a los días de la antigua Roma, y es un plato sencillo hecho de harina de maíz de todas las regiones del norte de Italia. La polenta se sirve en rodajas, incluso fritas, para llevar a la mesa sin condimento, o como acompañamiento de varios tipos de carne, con mantequilla, quesos blandos, pescados o platos que contienen mucha salsa.

Bagna Cauda

Un plato típico piamontés, la bagna cauda (traducido del dialecto: salsa picante) es una preparación a base de aceite de oliva virgen extra, anchoas y ajo, todo reducido a una salsa después de una larga cocción. Se ha convertido en Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y se utiliza como salsa para verduras frescas en la temporada de otoño.

Es un plato abundante y, por esta razón, se considera un plato principal, pero también se puede servir como aperitivo. Más que comida, es un ritual, un momento de convivencia de compartir entre los comensales, que todos comen de un solo recipiente de terracota.