Un corazón sano es la clave para vivir una vida larga y buena, y el primer paso para tener un corazón fuerte es cuidar y mejorar nuestra alimentación. Te recomendamos asistir periódicamente al doctor para revisar tus niveles de colesterol y con un nutriólogo para armar un plan de alimentación que mejore tu salud, aunque seguramente alguno de estos alimentos se encontrará en la dieta:
Verduras de hoja verde oscura
Las ensaladas verdes, espinacas, col rizada, acelgas, col rizada y mostaza son ricas en vitaminas A, C, E y K y contienen antioxidantes que ayudan a eliminar las toxinas del cuerpo. Pero es su abundancia de calcio, magnesio y potasio lo que los coloca en la lista de los 10 mejores para la salud del corazón.
Se sabe que el potasio, el magnesio y el calcio desempeñan un papel en la regulación de la presión arterial. Además, se sabe que el potasio ayuda a limitar los efectos del sodio en la presión arterial, y lo hace, junto con el magnesio y el calcio, ayudan a que las paredes de los vasos sanguíneos se relajen, lo que aumenta el flujo sanguíneo y reduce la presión arterial.
Salmón y otros pescados grasos
Los aceites de pescado, especialmente los ácidos grasos omega-3, son fundamentales para mantener un corazón sano. Eso significa que los pescados grasos como el salmón, el atún blanco, la caballa, el arenque, la trucha de lago y las sardinas y los crustáceos como la langosta, las ostras y los calamares son los alimentos básicos de proteínas de una dieta saludable para el corazón.
Todos ellos contienen omega-3 protectores de la salud, específicamente la variedad de cadena larga conocida como LC omega-3, que contienen ácido eicosapentaenoico (EPA), ácido docosapentaenoico (DPA) y ácido docosahexaenoico (DHA).
Se ha demostrado en ensayos clínicos en humanos que los omega-3 de cadena larga previenen los ataques cardíacos al ayudar al corazón a mantener su ritmo. Los estudios demuestran que también hacen que la sangre sea menos propensa a coagularse, disminuir la presión arterial, mantener los vasos sanguíneos sanos y menos propensos a estrecharse, reducir los triglicéridos y reducir la inflamación.
Avena y cebada
Las paredes celulares de la avena y la cebada contienen un tipo especial de fibra soluble llamada beta-glucano, que tiene una serie de beneficios para la salud humana. Los estudios demuestran que embota la respuesta a la insulina del cuerpo y aumenta la inmunidad, y puede ser protector durante la radiación y la quimioterapia. Pero su papel en la reducción del colesterol es lo que cuenta para la salud del corazón.
Otros granos, como el centeno, el trigo y el sorgo, contienen beta-glucanos, pero en cantidades mucho más pequeñas que la avena y la cebada. Los beta-glucanos también se encuentran en algas marinas, levadura de panadería y varias especies de hongos como reishi, shiitake y maitake.
Aceite de oliva
Los ácidos grasos monoinsaturados son un pilar de la dieta mediterránea, que se ha demostrado que mejora la salud del corazón y la salud del cerebro, reduce el riesgo de cáncer de mama y aumenta la longevidad.
Un componente clave de la dieta mediterránea es el uso de aceite de oliva para cocinar y para aliñar ensaladas y verduras en lugar de grasas más saturadas, como la mantequilla.
El aceite de oliva es rico en ácidos grasos monoinsaturados y se ha demostrado que reduce la presión arterial y tanto el colesterol malo como los triglicéridos, al tiempo que aumenta el colesterol bueno.
El HDL a menudo se llama el “carroñero amigable” porque recorre la sangre en busca de colesterol malo y se deshace de él antes de que obstruya las arterias. Es por eso que tener altos niveles de HDL se considera bueno para el corazón.